Y qué paso con “Sugar Chile” Robinson?


Atiborrada de una serie de mitos y creencias, la historia de la música blues ha dado origen a grandes leyendas a lo largo del tiempo, verdaderos protagonistas encarnados en “Blues devils”, como el endiablado Robert Johnson o el mágico y precoz “Sugar Chile” Robinson quien desapareció sin dejar rastro, justo en el clímax de sus infantiles golpes rítmicos en el teclado y sus agónicos gritos bluseros.

Nacido como Frankie Robinson en 1938, este pequeño manojo de dinamita oriundo de la ciudad de Detroit fue uno de los grandes demonios de la música boogie woogie en los Estados Unidos.

Dotado de un gran talento musical, se dice que Frankie Robinson fue el menor de seis hermanos y que comenzó a tocar la clave mientras aprendía a caminar, hasta que cierto día del año 1940 aporreo el piano de la familia para hacer una versión reconocible de la canción Tuxedo Junction del famoso trompetista de jazz Erskine Hawkins.

A su corta edad, este terrón de azúcar negra conocido como "Sugar Chile" ganó algunos Talent shows y apareció dos veces en emisiones AFRS, cuando sólo tenía 5 años; en una de ellas formaba parte de un trío con Lionel Hampton y en la otra hacía un dueto de piano con Harry “The Hipster” Gibson.

Queda para la anécdota el fracaso que tuvo en su ciudad natal, cuando perdió un concurso de piano boogie woogie, puesto que era demasiado joven para competir oficialmente. Tenía entonces 6 años.

Asimismo, fue el pianista y director de orquesta muy popular en los años 40 y 50 Frankie Carle, apodado “El Mago del Teclado”, quien descubrió al niño prodigio que con sus diminutos dedos negros y excéntrica sonrisa era capaz de hacer delirar a grandes y chicos con temas de su repertorio como After School Blues, Christmas Boggie o Say Little Girl.



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