“Yo amo el peligro”


Todo comenzó en el año de 1966, un fondo musical y el deletreo de un nombre protagonista iniciaba la cortina de presentación; “Cero…Doble cero” “Ce ó ó” “Ce doble ó ele… Ce, doble ó, ele mac…” y en pantalla, un personaje marcado por la incompetencia, la torpeza y la mala suerte, pero que sin duda alguna, hizo amar el peligro a muchos niños y jóvenes de generación. Con ustedes Cool Mc Cool!!!

Tal vez el primer alter ego de James Bood en la historia de los dibujos animados sea Cool Mc Cool; un escuálido detective de bigotito y cabello engominado, hermano de sangre del mismísimo Batman, creado nada más y nada menos que por Bob Kane y producido por King Features, y que empezó a transmitirse en EEUU por la cadena NBC en el año de 1966 con tan sólo 38 capitulos.

Este antihéroe que siempre intentaba luchar contra el peligro y resolvía los casos de forma casual, era uno de los dibujos preferido por la generación de los 80 en Sudamérica, en especial en el
Perú, allá por los años del terror, los coches bomba y los apagones. Obviamente ni el gobierno más afectado contrataría los servicios de este peculiar personaje de la tira cómica. A no ser para matarnos de la risa.

Como sea, allí estaba
McCool, y con él una serie de los más desopilantes villanos que han pisado la faz de la tele, a saber: Rastrero que, como todos saben, es un bandido que está siempre escondido, Jak el muñeco (Jak in the box), el Chiflado, Greta Vampira y, por supuesto, el gordo Huracán, que lleva adentro más aire que pan. Enemigos con características muy parecidas a los del hombre murciélago.

De forma casi análoga, cada capítulo oscilaba entre la misma temática: el héroe fracasado que trata de luchar contra el crimen y los villanos que tratan de conquistar el mundo. Pero
Mc Cool no es el único personaje en estas inconstantes misiones, su jefe; el Nº 1 a quien nunca en toda la serie, se le delata el rostro y pasa el mayor tiempo posible acariciando a su gato mientras se fuma los últimos mechones de un puro, se dedicaba a meterlo en los más intrincados casos.

Finalmente, a bordo de Cool Movil, el teléfono bigote, el revólver que nunca usaba y un ingenio que más bien era el descuido de los bellacos, solucionaba el asunto en medio de las carcajadas de miles de espectadores infantiles tras la pequeña caja boba.

Allí, Mc Cool hizo historia, en aquellos recuerdos plagados de cera de vela, terrorismo y pobreza, enfundados en nuestros pijamas de Popeye, casi redondos de niñez, cantando la misma tonada sin pecar de ilustrados "No tengo suerte, soy fatal / pues a mí todo me sale mal / pero un día mi suerte cambiará / seré fuerte y sagaz / y entonces seré igual / Ahhh!!!que mi papá".

La insistente tonada se pierde entre mil
¡Bangs! ¡Crash!, McCool siendo expulsado por su jefe por imbécil. Y nosotros allí, prestos como nunca a no crecer. A creer.


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